Cuando nací, pensé que salía a campo abierto. Pero no era así. Era un coto privado de caza. Huyendo de los cazadores me escondí tras mis padres, tras mis maestros, tras mis amigos, tras mis parejas, me escondí tras el trabajo, tras las drogas, tras la religión. Me escondí tras un partido político, tras un sindicato, tras un equipo de fútbol o un grupo de música. Pero fue inútil. Fui cazado y condenado a un campo de concentración. Muchos reos, con el tiempo, se distorsionan y reverencian el coto, incluso enarbolan orgullosos su bandera. Pero yo sé que lo que buscan es pertenecer al selecto y cruel grupo de cazadores. A los reos los carceleros nos proporcionan un aparato tecnológico idiotizante, previo pago, eso sí. Móvil, creo que lo llaman. Los cazadores nos permiten procrear pero cuando somos muchos y estorbamos, dejan de alimentarnos y morimos gradualmente, fijándonos más en el de al lado que en el que nos quita el sustento. Espero salir algún día de éste campo y de éste coto. Aunque a un ejemplar que escapó, le cogieron y sobrevivió a la tortura dice que ahora quieren hacer un enorme, global, coto de caza. Así que las presas tenemos dos opciones: aceptar nuestro destino...o exterminar a todos los cazadores. En el fondo,es cuestión de supervivencia
ElBoX 2017
